Los 3 cm. de grosor de cada lateral del marco van impresos con una pequeña zona de la imagen cercana a los bordes, la cual es estirada para dar una sensación de continuidad de la misma.
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Montamos todos nuestros cuadros sobre un bastidor de madera de abeto alistonado de 3 x 3 cm / 3 x 4.5 cm. Esta madera es ideal para la fabricación de bastidores ya que al ser alistonada refuerza el bastidor y evita deformaciones del mismo debido a la tensión del lienzo.
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Estamos frente a una de las joyas del Impresionismo español, y también del Impresionismo universal a cargo del "maestro de la luz" valenciano Joaquín Sorolla y Bastida. Paseo a la Orilla del Mar es un cuadro famoso dentro del Impresionismo por el uso delos reflejos y transparencias realizado en la madurez del famoso pintor Sorolla además de por la elegancia que lucen su mujer y su hija mayor. La escena es un desafío del encuadre, cortando la pamela de Clotilde, su mujer con un ligero contrapicado para conseguir un mayor efecto fotográfico. Las sombras violáceas se funden con la mar y la arena de una manera sublime. Esta pintura famosa no lo es por casualidad. Llévate esta obra de Joaquín Sorolla a casa y disfruta de la paz luminosa de este lienzo al óleo realizada con los mejores materiales en la fabricación de cuadros del mercado.
Paseo a la Orilla del Mar es un cuadro emblemático del gran pintor valenciano Joaquín Sorolla y Bastida. Este óleo sobre lienzo representa una escena de playa donde varias mujeres y niños pasean por la orilla del mar, disfrutando del sol y el aire fresco. La luz es uno de los elementos más destacados de este cuadro, ya que Sorolla logra transmitir de manera magistral el brillo y la intensidad de la luz del sol sobre el mar.Sorolla es considerado como uno de los grandes pintores españoles y sus obras son muy cotizadas en el mercado del arte. Paseo a la Orilla del Mar fue pintado en 1909 y se encuentra en la colección del Museo Sorolla en Madrid, donde también se pueden apreciar muchas otras obras del artista.Si eres un apasionado del arte y de los cuadros famosos de Sorolla, no te pierdas la oportunidad de visitar el Museo Sorolla y contemplar la belleza de sus pinturas en persona. Además, si estás buscando decorar tu hogar con cuadros de alta calidad, la tienda de cuadros online ofrece reproducciones de alta calidad de las obras más emblemáticas de Sorolla y otros grandes maestros del arte.
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Paseo a la Orilla del Mar
Postimpresionismo
Joaquín Sorolla y Bastida (Valencia, 27 de febrero de 1863 - Cercedilla, provincia de Madrid, 10 de agosto de1923) fue un pintor español. Artista prolífico, dejó más de 2.200 obras catalogadas. Su obra madura ha sido etiquetada como impresionista, postimpresionista y luminista. Otra importante faceta que desarrolló en aquellos años fue la de retratista]]. Posaron para él personajes como Cajal, Galdós, Machado, su paisano Vicente Blasco Ibáñez, o políticos como Castelar, el rey Alfonso XIII, el presidente William Howard Taft, además de una buena colección de retratos de su familia y algunos autorretratos. En 1914 había sido nombrado académico y cuando terminó los trabajos para la Hispanic Society trabajó como profesor de composición y color en la Escuela de Bellas Artes de Madrid. En 1920, mientras pintaba en el jardín de su casa uno de los muchos tediosos retratos a los que se comprometía (el de la mujer de Ramón Pérez de Ayala), sufrió una hemiplejia que mermó sus facultades físicas, impidiéndole seguir pintando. Murió tres años después en su residencia veraniega de Cercedilla el 10 de agosto de 1923.
Posimpresionismo o postimpresionismo es un término histórico-artístico que se aplica a los estilos pictóricos de finales del siglo XIX y principios del XX posteriores al impresionismo. Lo acuñó el crítico británico Roger Fry con motivo de una exposición de pinturas de Paul Cézanne, Paul Gauguin y Vincent van Gogh que se celebró en Londres en 1910. Este término engloba diversos estilos personales planteándolos como una extensión del impresionismo y a la vez como un rechazo a las limitaciones de este. Los postimpresionistas continuaron utilizando colores vivos, una aplicación compacta de la pintura, pinceladas distinguibles y temas de la vida real, pero intentaron llevar más emoción y expresión a su pintura. Sus exponentes reaccionaron contra el deseo de reflejar fielmente la naturaleza y presentaron una visión más subjetiva del mundo. Todos los artistas agrupados bajo el término postimpresionismo conocieron y practicaron en algún momento los postulados impresionistas, un movimiento pictórico que se desarrolló en la segunda mitad del siglo XIX y que rompió los supuestos académicos, sociales y económicos vigentes en el arte. Supuso una revolución2 y sus obras recibieron fuertes críticas. Al ser rechazados en los circuitos oficiales, el grupo de los pintores impresionistas organizó sus propias exposiciones y mantuvo una cohesión que duró hasta que, décadas después, algunos de ellos alcanzaron cierto reconocimiento. De la disgregación de ese movimiento nació el postimpresionismo en parte como evolución y en parte como ruptura. El impresionismo supuso una ruptura de los conceptos dominantes en la pintura y la escultura. Si hasta entonces primaban el estudio racional de la obra, la composición sobre dibujos previos y la claridad de las líneas, los neoimpresionistas abandonaron ese suelo para tratar de captar en sus obras la impresión espontánea, tal como llegaba a sus sentidos. No les importaba tanto el objeto que se quería pintar como la sensación recibida. La sensación fugaz, efímera, difícilmente perceptible y reproducible. Los pintores impresionistas abandonaron los talleres y salieron al exterior. Sus modelos fueron la calle, el edificio, el paisaje, la persona, el hecho pero no en su concepción estática y permanente sino percibidos en ese momento casi único. El pintor impresionista pintaba in situ y terminaba la obra con rapidez. Utilizaba trazos sueltos, cortos y vigorosos. Los objetos y el propio espacio no se delimitaban con líneas siguiendo los cánones renacentistas sino que se formaban en la retina del observador a partir de esos trazos imprecisos. La pintura impresionista descubrió el valor cambiante de la luz y su movimiento, utilizando una rica paleta cromática de la que excluyeron el negro porque el color negro, según decían, no existía en la naturaleza.