Todos nuestros cuadros son reproducciones digitales de auténticas obras de arte. Las imprimimos sobre los mejores lienzos de algodón 100% del mercado y utilizando la última tecnología de impresión para un acabado impecable. Comprueba las calidades y acabados de nuestros cuadros y te darás cuenta de la auténtica diferencia respecto a nuestros competidores.
Sólo utilizamos telas 100% algodón, de los mejores fabricantes, con una densidad de 360gr/m2, para garantizar una imagen lo más real posible a la obra original. Son los mismos lienzos utilizados por los pintores y museos para las reproducciones de sus obras.
La textura del lienzo resalta la obra de arte y se consigue lo más cercano al aspecto de una pintura original.
Imprimimos las obras de arte utilizando la técnica de impresión por Giclée, la mas más avanzada actualmente, lo que permite una resolución, nitidez y colorido insuperables. Utilizamos impresoras gran formato con la más moderna tecnología y tintas ecológicas.
Montamos todos nuestros cuadros sobre un bastidor de madera de abeto alistonado de 3 x 3 cm / 3 x 4.5 cm. Esta madera es ideal para la fabricación de bastidores ya que al ser alistonada refuerza el bastidor y evita deformaciones del mismo debido a la tensión del lienzo.
Todos nuestros bastidores son fabricados artesanalmente a mano, uno a uno, a la medida deseada por el cliente. Van reforzados por tensores en las esquinas cortadas en inglete y, junto a su grapado en V y sus barras tensoras para medidas de más de 1 metro, garantizan un bastidor de madera duradero.
Vista en Overschie en Luna Llena
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Vista en Overschie en Luna Llena
Impresionismo
Johan Barthold Jongkind (Lattrop, 3 de junio de 1819 – alrededores de Grenoble, 9 de febrero de 1891) fue un pintor y grabador neerlandés considerado como uno de los precursores del impresionismo. Estudia arte en la Escuela de la Haya bajo la tutela del pintor romántico Andreas Schelfhout, y pinta sus primeros cuadros en el estilo de la pintura tradicional holandesa. En 1846, se instala en París y se convierte en alumno de Eugène Isabey hasta que, en 1855, se ve obligado a regresar a Holanda por problemas económicos y se instala en Róterdam. Volverá a París en abril de 1860, y desde ese momento expresa su atracción por las marinas durante sus estancias en la costa normanda en Le Havre, Sainte-Adresse (ver acuarela), Honfleur, Trouville… Allí conoce a Boudin y sobre todo a Monet, quien reconocerá con sinceridad su deuda con el artista holandés: «a él le debo la educación definitiva de mis ojos». Participa en el Salón de los Rechazados en 1863 con el cuadro Ruinas del castillo de Rosemont, junto al polémico cuadro de Manet Le déjeuner sur l'herbe (El almuerzo sobre la hierba); ambos se encuentran actualmente en el Museo de Orsay. Sus paisajes de Normandía, de canales y playas del Mar del norte, de las orillas del Sena, de París, y posteriormente de Grenoble, traducen en tonos finamente matizados la luz y el ambiente de aquellos lugares. Contrariamente a los impresionistas, realizaba sus cuadros en el estudio después de los croquis y acuarelas que dibujaba en exterior. A veces repetía un mismo tema bajo diversas luces o en distintas estaciones (idea típicamente impresionista que adoptaría posteriormente su amigo Monet).
Aunque el término Impresionismo se aplica en diferentes artes como la música y la literatura, su vertiente más conocida, y aquella que fue la precursora, es la pintura. El movimiento plástico impresionista se desarrolló a partir de la segunda mitad del siglo XIX en Europa —principalmente en Francia— caracterizado, a grandes rasgos, por el intento de plasmar la luz (la «impresión» visual) y el instante, sin reparar en la identidad de aquello que la proyectaba. Es decir, si sus antecesores pintaban formas con identidad, los impresionistas pintaban el momento de luz, más allá de las formas que subyacen bajo este. El movimiento fue bautizado por la crítica como impresionismo con ironía y escepticismo respecto al cuadro de Monet. Impresión: sol naciente. Siendo diametralmente opuesto a la pintura metafísica, su importancia es clave en el desarrollo del arte posterior, especialmente del postimpresionismo y las vanguardias.